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Fortificaciones / Derribo de Las Murallas
Publicado por: MUHCA

Las murallas de Cartagena de indias fueron construidas para defender la ciudad de aquellos ataques a los que constantemente era sometida. Su construcción se inicio a finales del siglo XVI, después del ataque de Sir Francis Drake (1540-1596), antes la ciudad estaba totalmente desprotegida. El proyecto tardó casi dos siglos en ser construido, después de numerosas tormentas y ataques de piratas, fue finalizada en 1796, 25 años antes de la independencia de Colombia. Sin Embargo, las razones y justificaciones de estas obras arquitectónicas fueron perdiendo peso con la independencia. En diferentes lugares del mundo donde existían estos baluartes se tomaron medidas para derrumbarlos, en Europa por ejemplo, se tumbaron murallas en Paris, Londres y en el Sur de España; por su parte, en América sucedió lo mismo, en la Habana, Lima y Veracruz. En Cartagena, La ciudad había dejado atrás su época de gloria colonial, y recibió el periodo Republicano. 
Luego del esplendor de 'La Heroica', a mediados del siglo XVIII, la modernidad pondría en jaque la majestuosa estructura de las murallas de Cartagena. La fortificación que se ideó para defender la ciudad, perdía sentido a medida que pasaban los meses, y los gobernantes de la época a inicios del siglo XX las veían más como un 'estorbo' para el progreso. Enrique Grau Vélez, fue alcalde de la ciudad a principios del siglo XX, y ante el deplorable estado del sector de muralla, entre la Boca del Puente y el lugar en donde hoy está el monumento a la India Catalana, ordenó tumbarla, con el aplauso general. Fue una firma de ingeniería inglesa que adelantaba trabajos en el Puerto de Buenaventura la que, ante el llamado de los cartageneros, visitó la ciudad y en su diagnóstico aseguró que parte de las murallas debía ser derribada, y que la ciudad tenía que abrirse al río Magdalena. La firma inglesa S. Pearson & Son Ltda, contratada por el Gobierno en 1915, recomienda la demolición de las murallas, pues a su juicio, estaban ahorcando el progreso de la urbe.
Sumado a eso, las murallas fueron invadidas por la maleza, se convirtieron en un basurero, en letrina pública, en una amenaza para la salud y en un cerco opresor para la movilidad de quienes querían salir a extramuros. Bajo el argumento cierto de poder conectar vehicularmente la ciudad con su territorio continental, dando acceso al anhelado progreso, fue demolido el puente fortificado y Revellín de la Media Luna, para construir la calzada del Puente Heredia; autorizado por la Ley 21 de 1883.
Hacia 1887 cae el Revellín de La Tenaza, que cerraba la salida a El Cabrero, los materiales extraídos sirvieron para construir, en el mismo sector, la escollera de defensa de los mares de leva. Le siguió en 1893 la demolición de los baluartes de San Antonio, Santa Teresa y Santa Bárbara que formaban la Puerta de Tierra de la Media Luna. Despuntando el siglo XX son derribadas las defensas de Getsemaní por El Arsenal, para hacer galerías anexas al recién construido mercado público, así desaparecieron los baluartes de Barahona y Santa Isabel y las cortinas que le unían, y es mutilado el de San Lázaro (El Reducto). Había aceptación ciudadana y se estimó conveniente lo actuado.
Al acercarse la conmemoración del primer centenario de la Independencia se acomete la demolición del lienzo comprendido entre San Ignacio y San Francisco Javier, el frente del Parque de la Marina, para dotar de patio de maniobras al cuartel de Infantería que funcionaba donde está el Museo Naval. Hubo polémicas, más se impuso el criterio de los que apoyaron la demolición de la muralla y la construcción del, hoy desaparecido, Monumento a la Bandera en el sector anexo.
La máxima controversia y enfrentamientos lo ocasionaron los derribos sucedidos entre 1918 y 1924 del tramo comprendido entre La Boca del Puente y San Pedro Mártir, compuesto por los baluartes de San Pedro Apóstol, San Pablo y San Andrés. Este costado defensivo paralelo al Caño de San Anastasio era una zona baja, anegadiza, hacia donde corrían las aguas pluviales y servidas de ese frente de ciudad, las que eran retenidas por la muralla y se había convertido en un foco de pestilencia. La situación era agudizada con los desechos arrojados por los vendedores del “Hoyo del Pescado”, los expendios de carne de la “Plaza de la Carnicería”, el “Portal de los Burros” con sus excrementos y el burdel de “Cuatro Estacas” situado en las inmediaciones.
Germán Bustamante, historiador, exaltó la figura del alcalde Vicente Martínez Martelo, quien años después del derrumbe de estos sectores, "ordenó erradicar los tugurios que se habían formado en los boquetillos, sobre lo que hoy es la avenida Santander. También se hizo limpieza general de la maleza e inició la transformación de las murallas". Hoy en día, a pesar de los faltantes, las murallas de Cartagena se han convertido en el atractivo turístico por excelencia de Cartagena. 

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